La escuela. Un ejercicio de retórica visual

Este videoensayo se propone como un ejercicio de retórica visual en torno a una imagen: la escuela. Retórica puesto que la pretensión es acudir a una serie de procedimientos y técnicas donde se juega el lenguaje (en este caso, con las imágenes en movimiento y el sonido como recursos) al servicio de la comunicación estética de cinco conceptos elegidos por su poder metafórico: andén, herencia, testamento, muelle y predio.
 
Primera imagen
Escuela Rural de Quintay, Chile, Junio 2017.
Andén * Herencia * Testamento

 

Esta imagen es una oda a la escuela rural. Lo que se muestra es la celebración del wetripantu (nueva salida del sol). Entre los días 18 y 24 de junio los habitantes del hemisferio sur del planeta forman parte del solsticio de invierno. Esta fecha marca el fin del ciclo anual de la Tierra y el comienzo de un nuevo año. La imagen muestra una de las celebraciones realizadas por una escuela rural de Chile. En el marco de esta celebración, estudiantes y profesores realizan una demostración de un juego mapuche llamado “el palín”. Esto se realiza en un terreno aledaño a la escuela. Familiares de los estudiantes y la comunidad del sector son invitados a estas celebraciones. Yo estoy entre ellos.

 

A mi no me enseñaron el palín, sino el futbol. Las pelotas eran de plástico, nunca vi una de raíz de boldo. Conocí la flauta dulce, pero nunca el trompe o la trutruca. I learned another language. Lo que esta escuela celebra nunca estuvo en el reportorio de la mía. Hoy necesitamos una oda a la escuela rural porque en mi país son cerradas con argumentos de filosofía empresarial.

Pienso en el poema de Teillier y esos pueblos cuyos nombres nunca aprendí. Pienso en mi pasado Mapuche y la borradura de esa herencia en las voces de mi familia y el discurso de mi escuela. Pienso en esta escuela rural como el anden que enlaza lo que viaja del pasado y se hereda con la fuerza del juego y su poder como testamento. Como destino de aquellos bienes que se heredan entre los vivos.

 

Segunda imagen:
Caleta Higuerillas, Chile, 2016
Herencia * Testamento * Muelle

 

La imagen muestra la caleta Higuerillas, un pequeño muelle que recibe su nombre por la playa en que está instalada. Se trata de un pequeño muelle ocupado por pescadores artesanales. Un lugar abierto, lleno de tradiciones de quienes han traspasado, de generación en generación, una forma de trabajo, una forma de comercio y una ética de relación con los habitantes de la costa. Yo visito esta caleta desde que tengo memoria, pero no fue hasta la universidad que conocí a sus pescadores. Digo pescadores porque son los hombres quienes viajan a altamar. El lugar de las mujeres es la caleta: como arsenaleras, desenredando las redes de pesca, preparando el cebo y dirigiendo la venta tras el regreso de los barcos.

 

Pero los botes cada día salen menos de pesca. Los botes se han vendido o sobreviven para operaciones de turismo. La pesca de arrastre, que ha comprado a los legisladores, ha comprado también el mar. La caleta se ha ido vaciando y el trabajo artesanal de los pescadores se hunde en el horizonte del mar privado.

 

Como el andén, la caleta es un lugar de llegada y de salida. Entre el pasado que embarca y el futuro que lo amenaza. La caleta, ese pequeño muelle que se nos hereda, es el testamento de un mar que es de todos. En Chile, cuando decimos pescar, no solo hablamos del trabajo de la pesca, sino de poner atención. “Pescar” es concentrarse, atender. Como el trabajo de las arsenaleras del muelle, narradas por Mistral, portadoras de la suerte publica en los nudos de su trabajo. Ellas y ellos, que cuidan eso que es de todos.

 

Tercera imagen:
Archivo fotográfico del Museo de la educación, Chile, 2015
Testamento * Muelle * Predio

 

Esta imagen trata de la escuela de las mujeres. La escuela que fue y quizás la escuela que perdura. Compila un conjunto de fotografías guardadas en el Museo de la Educación “Gabriela Mistral” en la ciudad de Santiago de Chile. Las fotografías muestra las clases de economía domestica, cocina, administración del hogar, confección de vestuario, entre otras.

 

La escuela secular y publica en Chile no siempre fue para todos. No fue para ellas. Ni para ellos. Primero marginadas y luego incorporadas en los programas de la política, no declaradamente religiosa, pero adscritas a la ideologema de la familia. Si no era el lápiz ni el papel, sino la cocina y la costura. ¿Qué escribían y leían estas mujeres? Y si leían y escribían ¿qué les era heredado y que testamentos proveían su alfabeto escolar? ¿Qué era la escuela para ellas?

 

Hoy la defensa de lo publico de la educación en Chile abraza la causa feminista. Recogiendo el testamento de estas imágenes y disputando la propiedad escolar, las mujeres se han tomado las escuelas. Lo hacen para disputar no solo la escuela como objeto de garantías económicas o cauciones, préstamos, etc. y toda esa retórica neoliberal que tanto ha colonizado nuestras instituciones y nuestras prácticas, sino la escuela que ha hecho un predio de su cuerpo. Es aquí donde se instala la pregunta que me interesa hoy ¿cuál es el cuerpo de la escuela y la escuela del cuerpo?